Los investigadores que quedaron al frente de las pesquisas relacionadas con el secuestro de dos valiosas camionetas en el puesto caminero de Puente Dique determinaron que los vehículos tenían el destino de operaciones de compra y venta, mediante la modalidad del cuento del tío. En tanto, los gitanos que las conducían quedaron a disposición de la Justicia de Viedma por una serie de causas penales por el delito de estafas.
Finalmente, las sospechas de los agentes del Cuerpo de Seguridad Vial en la zona de Catriel fueron acertadas en lo que se refería al origen fraudulento de las camionetas Toyota Hilux y Volkswagen Amarok. En lo que se refiere a la Hilux, no era cero kilómetro y tenía un poco más de 6000 kilómetros, y la Amarok, que supuestamente había sido adquirida en una concesionaria oficial de la región, no tenía ningún papel en regla y la factura de compra exhibida por su conductor había sido anulada. En concreto, los hombres que provenían desde Mendoza y tenían intenciones de llegar a Neuquén capital no tenían documentación legal de los vehículos.
Uno de los detalles que llamó la atención de los efectivos fue que las camionetas estaban sin patentar. Para los investigadores, esta es la forma ideal de concretar estafas porque los compradores incautos no tienen referencias de los vehículos que les ofrecen, más allá de la marca o el color.
A la hora de llevar a cabo el cuento del tío, los delincuentes utilizan las flamantes camionetas como el anzuelo, que se ofrece a un precio muy por debajo de lo que existe en el mercado legal. Los compradores se ilusionan con el nuevo vehículo y entregan en parte de pago importantes sumas de dinero en efectivo u otros rodados. Así empieza el gran dolor de cabeza para las víctimas que, en algunos casos, se van con las camionetas o autos pero sin papeles en regla o, en la peor de las situaciones, los estafadores no les entregan el bien adquirido.
Más allá de que los conductores recuperaron en forma rápida la libertad, fueron notificados de varias causas en su contra por estafas. Los sospechosos forman parte de la comunidad zíngara.