Las familias partidas son una constante y generan impacto en la psicología de los trabajadores.
La psicoanalista neuquina Silvia Salvarezza dialogó con «Río Negro» sobre el impacto que genera el desarraigo, producto de los regímenes de trabajo en el sector petrolero.
En el 2003, la especialista realizó un trabajo de investigación que repasó, en un primer momento, la construcción del desarraigo permanente en el norte de la Patagonia. Inicialmente indagó sobre los procesos durante la Conquista del Desierto y luego con las personas que llegaban a trabajar y desarrollarse profesionalmente en la región.
Por aquel entonces era evidente que el desarraigo lo sufrían los primeros emigrados llegados al Alto Valle, y también los actuales (hijos de los emigrados), ya que debían dirigirse hacia las grandes ciudades para estudiar carreras terciarias, explicó la profesional. En la actualidad, con la ampliación de la oferta académica regional, los jóvenes no tienen la necesidad de irse, y el desarraigo se convirtió en una característica petrolera.
En el caso de los trabajadores petroleros que desarrollan tareas en el campo con regímenes irregulares no provoca patologías, sino que las agudiza y repercute en todo el entorno familiar. La madre queda sola en su casa, a cargo de la crianza de los hijos, cumpliendo el doble rol cuando el padre está ausente físicamente. «Es difícil generalizar sobre las patologías causadas, ya que todas las personas son diferentes y pueden sufrir consecuencias distintas sobre la separación producto del régimen laboral», explicó Salvarezza. Aclaró que el padre de familia debe ser un funcionario, porque debe cumplir la función de tal aunque no esté presente físicamente.
La madre es quien debe otorgarle ese lugar de funcionario, recordándoles a los hijos la presencia, aunque a veces tácita, del compañero. Una de las principales patologías que se agudizan son las crisis de angustias, mal llamadas crisis de pánico.
El dinero, otro problema
Hay patologías que están muy ligadas a la omnipotencia que les da el poder adquisitivo que tienen. Hay que tener cuidado con el «todo puede comprarse. Muchas veces sucede que a la angustia o falta provocada por el desarraigo la intentan cubrir con dinero o adquisición de objetos. Esto no sólo para el individuo mismo, sino que también con terceros (hijos)», explicó la profesional. Otros intentan suplir esos agujeros con adicciones, cuestión que está en ascenso, según datos aportados por organismos de Salud.
Salvarezza destacó que es importante que los padres estén presentes en el hogar, pero también puso el foco en el deseo. «Los hijos tienen que ser deseados, concebidos por el deseo, y adoptados luego», expresó la psicoanalista. La presencia no necesariamente es estar en la casa, afirmó.
Entre las principales funciones del padre caben la de poner límites, poder decir que no, no dejar que la madre avasalle todo, que el padre no sea únicamente un maniquí.
La conformación de la familia es otro tema, ya que no todas las parejas logran seguir el ritmo petrolero. Muchos viajan de un lugar al otro constantemente por cuestiones laborales y la mujer debe decidir acompañarlo dejando sus propios deseos individuales atrás, o no.
No todo el mundo tiene que consultar al psicoanalista. Si no tienen ganas no deben sentir la obligación de acudir a un profesional, porque no daría resultado. Cuando sienten que tienen un padecimiento y que necesitan un otro para poder liberarlo, es el momento para una cita con un profesional.