CATRIEL | La escasa oferta educativa en la localidad, la desinformación y la seducción por ingresar a las empresas petroleras son las principales causas de la actual encrucijada de los jóvenes.
De cinco escuelas secundarias egresaron 238 alumnos en Catriel, pero muy pocos de ellos tiene en claro qué hacer desde aquí en adelante para continuar sus estudios, y menos aún han dado pasos concretos en ese sentido.
De los egresados, 68 salen con modalidad bachiller, 68 comercial, 32 de la escuela técnica con orientación en energías no renovables, 38 técnicos electromecánicos y 32 completaron sus estudios en el CEM 93, comercial nocturno.
En reuniones que tuvieron con representantes de las universidades de Río Negro, del Comahue, Tecnológica Nacional y del Iupa -que trasladaron la oferta académica a Catriel- quedó al descubierto que «una minoría sabe qué quiere seguir estudiando, mientras que la mayoría sostuvo que no se irá a estudiar a otras ciudades».
El desarraigo y la falta de recursos fueron algunas de las objeciones que presentaron; a la que se sumó la fascinación por ingresar a trabajar en las empresas petroleras.
La situación fue detectada por personal del consejo de la juventud, que lidera la psicopedagoga Viviana Palma, a raíz de una actividad en conjunto con la dirección de Cultura, desde dónde se convocó a las universidades para que expongan la oferta académica.
Con la intención de focalizar las charlas hacia los intereses de los chicos, el consejo realizó una serie de ejercicios para saber cuáles eran sus intereses y a partir de ellos, las carreras que marcaban mayor tendencia.
Coincidentemente, la gran mayoría no sabe qué quiere estudiar porque sabe que no puede trasladarse a otra ciudad para hacerlo.
Algunas propuestas
En ese sentido, desde la Universidad de Río Negro ofrecieron becas y el Instituto Universitario Patagónico de las Artes, residencias para quienes estuvieran interesados.
La oferta obligó a que los jóvenes repensaran la situación y expusieran que «hay una gran demanda de estudiar acá, pero las carreras que hay están muy referidas al petróleo y no es el interés de los chicos, que se inclinan más por las humanísticas, las sociales y artísticas, aunque estas últimas están muy vedadas» resaltó Viviana Palma.
«A mí me gusta la danza, pero no sé si pueda vivir de eso, por eso me gustaría estudiar geología», dijo Lucía.
«Siempre me gustó el teatro, pero voy a estudiar administración de empresas», señaló Rodrigo.
«Me parece que si uno estudia es para conseguir un buen trabajo y acá podés hacer alguna capacitación de esas que se hacen por la oficina de empleo y tenés más posibilidades de entrar al petróleo», enfatizó Franco.
Los replanteos también obligaron a repensar en las carencias de los adolescentes y jóvenes de la ciudad que «están desorientados y eso también tiene que ver con una carencia nuestra. Son pibes divinos, pero no pueden elegir en base a lo que no conocen y acá, lo único que conocen y tienen a mano es el petróleo», resaltó Palma.
Catriel sabe que mucho de su futuro depende de los estudios de los adolescentes de hoy.