
Héctor Montecino, el jefe del negocio familiar, fue apresado en Catriel.
El clan que aterrorizó a Cipolletti, en sus horas más difíciles.
Su oscura historia.
SEBASTIÁN BUSADER sbusader@rionegro.com.ar JUAN CRUZ GARCÍA garciajcruz@rionegro.com.ar
Intentaron agarrarlo con las manos en la «masa». Sus perseguidores soñaban con una imagen: el hombre, robusto, mirada desafiante, aterrador para muchos, esposado sobre una mesa repleta de kilos de coca. Pero cuando los efectivos de Neuquén irrumpieron en la vivienda de la calle Venezuela de Cipolletti bajo la orden de «alto» y armados hasta los dientes se dieron cuenta de que no estaba. Los había burlado. Héctor Isaac Montecino, el mismísimo demonio zonal para muchos, se encontraba en otra casa, en calzoncillos, retozando con una de sus amantes. Eso dice él. En cambio la jueza cree que se fugó porque desde ámbitos oficiales le avisaron que caería el allanamiento.
Héctor Montecino tiene unos cuarenta y tantos años, es conocido con el apodo del Zoica y siempre estuvo vinculado a la compraventa de vehículos. Operaba desde su búnker de la calle Venezuela, muy fácil de ubicar por la cantidad de autos estacionados en la vereda. El secreto mejor guardado es la forma en que se metió en el comercio de los estupefacientes. También cómo reina en este sucio mercado. Lo cierto es que se lo empezó a vincular con el delito cuando en su casa aparecieron valiosos objetos robados de una joyería. Entonces inició el periplo de Montecino por los tribunales penales. Un periplo que desde hoy podría comenzar a tener el principio del fin, porque el Tribunal Oral Federal de Neuquén lo enjuiciará a él y a 22 personas de su entorno por el delito de «tráfico organizado en la modalidad de almacenamiento, transporte y comercialización agravado por la intervención de tres o más personas para cometerlo». La escala penal parte desde los 8 años de prisión hasta los 20.
Poco a poco fueron apareciendo en la escena la hermana de Héctor, Ruth Montecino, y sus hijos, que más tarde fueron juzgados por amenazas y abusos de arma. Y el clan se hizo públicamente conocido cuando el por entonces intendente Alberto Weretilneck los apuntó como una «banda delictiva». Es más, el apellido Montecino llegó hasta el escritorio de la entonces ministra de Justicia Nilda Garré por una causa que fue desactivada y que generó la ira del ahora gobernador.
«Los Montecino crecieron y se hicieron los reyes del negocio en la zona por la impunidad, porque en los ámbitos de poder fueron indiferentes o cómplices. Yo los creí tan peligrosos que si no actuábamos iban a dominar la ciudad», explicó Weretilneck (ver entrevista). Siendo por entonces jefe comunal, reclamó a la justicia que acelerara las causas contra el clan y que los mandara a la cárcel. Desde ese momento se incrementó la sensación de inseguridad en la ciudad. En todos y cada uno de los hechos delictivos tenían que ver los Montecino. Tanto, que ni siquiera en la policía local se confiaba y tuvieron que cruzar el puente efectivos neuquinos para que finalmente un procedimiento se cumpliese. La Justicia Federal se quedó con 172 kilos de marihuana, más de 20 de cocaína y cerca de un millón de pesos entre moneda nacional y extranjera, pero Héctor y Ruth gambetearon el «guante» de la ley y estuvieron meses prófugos. El jefe familiar, junto a una de sus amantes que gozaba de prisión domiciliaria, fue apresado en Catriel en enero del 2012, y su hermana en Bahía Blanca un mes después. Se hacía llamar Estela y hasta había alquilado una casa para encontrarse con su pareja y un hijo de 10 años.
Sí se encontró con varias de sus mujeres en la cárcel de Neuquén porque Ruth, su madre Yolanda Esparza, Jessica, Carina Domínguez (la esposa de Héctor), una exmujer y hasta una rusa que supo tener vínculos con el supuesto capo narco pasan las noches en esas celdas. (Yolanda y Jessica consiguieron luego la prisión domiciliaria)
Como en el filme «Man Apart» (actúa el fornido Vin Diesel), según la Justicia Héctor no se quedó quieto ni siquiera en la «sombra». Émulo local de ‘Memo’ Lucero (Geno Silva) en esa película, Montecino habría tejido una alianza con Sergio Dávila, con quien compartía celda en la cárcel federal de Roca. De acuerdo a las escuchas telefónicas, el pacto se selló y los Dávila comenzaron a manejar droga de los Montecino. Pero un año después de la caída en desgracia de Héctor, el 28 de septiembre de 2012, la Justicia Federal dio un nuevo golpe, allanó una vivienda de la calle Brasil luego de volar los portones con explosivos y ganó otra batalla.
Allí vivía Susana Ramona Luna, la mujer de Dávila, que gozaba del beneficio de la prisión domiciliaria por una causa por narcotráfico. La apresaron estando detenida. Ese mismo día la Policía también ingresó a una casa de la calle América 277 y secuestró 130 kilos de marihuana y 120.000 pesos. Para la Justicia fue el lugar de gestación del negocio, porque allí se inició la primera investigación que tuvo como sospechosos a integrantes del clan Montecino.
Se sentarán en el estrado y dirán su «verdad». En Cipolletti estarán expectantes. También en la Gobernación y en diferentes estamentos de la Justicia. Está claro que el juicio de los Montecino no pasará inadvertido.