Instalarán módulos en Peñas Blancas y Valle Verde. El sueño del polo productivo en Catriel.
CATRIEL | «Se espera que el año que viene sea el año de la actividad productiva», dejó en claro el intendente local, Carlos Johnston, tras explicar en detalle el plan para convertir la localidad en «un polo productivo», señaló.
En este sentido, está prevista una inversión de 20 millones de pesos destinados a un proyecto abarcativo, que comprende al sector agrícola y ganadero.
Por ello ya se compraron 3 módulos agropecuarios que se instalarán en las zonas rurales de Catriel, Peñas Blancas y Valle Verde, cuyo monto ronda en los 4.400.000 pesos.
Ya se licitó la planta frigorífica –tipo 1 y 2–; se anunció la puesta en marcha de la cabaña en la que se dispondrán animales de alta performance, como así también la pretensión de empezar a comercializar a diferentes puntos de la provincia.
Además, próximamente se encarará la construcción de una planta mezcladora, que constará de tres silos (dos de maíz y uno para pellets de soja), que serán dispuestos en un galpón de 500 metros cuadrados. Inversión de alrededor de 9.500.000 de pesos.
De esta manera, los productores también podrán abaratar sus costos al contar con los insumos a menor precio y ya no tendrán que viajar al Alto Valle para comprar alimentos, además de que tendrán la posibilidad de atenuar la mortandad, debido a las condiciones que ofrecerá la maternidad, como la higiene y un ambiente climatizado para albergar a las chanchas y sus crías.
En cuanto a la planta frigorífica, se contempló la producción porcina, ovina, caprina y apícola, en la que se faenarán por día, en diferentes turnos, hasta 100 porcinos; 30 ovejas madres; 100 chivitos; 30 cabrillonas y 500 pollos.
Los mismos serán vendidos directamente como res o media; o podrán pasar al ciclo dos para ser despostados en dos cortes costilla carré, pernil, bondiola, matambre, chorizo para parrilla; previo envasado al vacío.
Con esto se pretende abaratar los costos de la carne y garantizar la calidad de la misma; como así también comercializar los productos en el marco de la unificación dispuesta por el Senasa a través del levantamiento de la barrera sanitaria.
Tal como fue anunciado, desde la localidad no sólo se apunta a exportar la carne y sus derivados, sino que se tiene previsto exportar genética habida cuenta que el proyecto también prevé el trasplante de embriones para mejorar las razas.
El proyecto también requerirá de personas que serán capacitadas para tal fin. Trabajarán 2 en sala de faena; 2 en sala de desposte, envasado al vacío, chacinería y rotulado; 1 administrativo; un sereno, un médico veterinario, un personal de mantenimiento y maestranza y uno en seguridad.
Se trabajará en doble turno de ocho horas, seis días de la semana, de los cuales tres serán destinados al ganado porcino, dos para ovinos, dos para caprinos y uno para aves.
Está prevista la faena de 300 porcinos por semana, ovinos 90, caprinos 60 y aves 500. En el caso de los cabritos, que es estacional: noviembre y diciembre, se faenará un turno completo esos meses, lo que significa 4.000 animales en los dos meses.
Como parte del proyecto, el mes pasado se firmó un convenio marco con referentes del Instituto Nacional del Tecnología Industrial (INTI), a fin de trabajar en un programa de formación de asesores, fundamentalmente pensado para trabajar en el plan Estratégico Agrícola Ganadero recientemente anunciado para impulsar la diversidad económica.
Estos asesores podrán colaborar con las pymes, emprendimientos y empresas de Catriel, con el fin de mejorar su desarrollo, productividad y empleabilidad de las mismas.
El acta acuerdo se firmó en el despacho del intendente Carlos Johnston, quien recibió Ángel Casabona, director regional del INTI.
Según consta en el convenio marco, la municipalidad obtendrá por parte del INTI «la asistencia técnica y tecnológica para la reconversión y puesta en marcha del matadero municipal, la maternidad porcina, las distintas cámaras a instalarse y los procesos industriales que se aplicarán a la producción porcina catrielense».
Por Paula Fava