Las empresas también hacen pesar su poder. Por ahora la diferencia sería de 6.000 pesos.
La distancia que separa el reclamo de los petroleros con lo que están dispuestas a ceder las empresas tiene un número: 6.000 pesos. Esa es la diferencia entre lo que piden los primeros y lo que ofrecen las operadoras.
Y lo curioso es que esta renovada puja salarial nació de una confusión. Cuando comenzaron las negociaciones el sindicato de Petroleros que encabeza Guillermo Pereyra pidió repetir de forma idéntica el acuerdo obtenido a principios de año: un bono de único pago, desdoblado.
En aquella oportunidad, fue de 24.000 pesos que se pagó en cuatro cuotas de 6.000.
Las empresas dijeron que sí, pero cuando se sentaron a la mesa surgió una diferencia. Como el bono aspira a cubrir sólo tres meses (de abril a junio) se propusieron tres pagos de 6.000 pesos, es decir 18.000 en total. La pretensión de Pereyra era que fuera de 24.000 pagado en tres cuotas de 8.000 pesos.
Pero lo que nació como una confusión terminó en una pelea.
Ninguna de las partes se movió esta semana de lo solicitado y Pereyra pateó el tablero: pidió abrir las paritarias y reclamó un aumento del 38%.
Fue una forma de presionar para que en la reunión de mañana las empresas puedan llevar una nueva oferta, más cerca a las pretensiones.
El diario «Río Negro» se contactó antes de ayer con una fuente empresaria cercana a las negociaciones. Si bien se negó a hablar de un número no descartó una solución salomónica: ofrecer la mitad de esos 6.000 pesos, en lo que sería un bono de 21.000, en tres cuotas de 7 .000.
Pero hay un sector más duro del sector empresarial que estaría dispuesto a entrar «el fango». Esto implicaría arrancar con el proceso de paritarias, algo que seguramente llevará tiempo con la esperanza de que una intervención del Ministerio de Trabajo pueda serles favorable, en el sentido de que Nación no está dispuesta a convalidar sumas por encima del 30%.
Nadie duda del poder de fuego del gremio petrolero, pero por otro lado creen que Pereyra -un dirigente al que consideran razonable a la hora discutir- no tendrá mucho margen para el conflicto social en momentos donde la industria está sacudida por el bajo precio del crudo.
Pero por ahora son todas especulaciones: recién mañana se sabrá si hay fumata blanca en Buenos Aires. Y sobre la mesa de negociación sobrevolará el fantasma del paro general de la CGT para el martes, al que todos los petroleros del país se sumarán.