El presidente de la Asociación de Hematología y Hemoterapia de la Norpatagonia calificó las modificaciones establecidas en la selección de donantes de parte de una medida «demagógica y apresurada». Preocupa que traiga más problemas que soluciones.
Lejos de provocar un gran impacto, tal como debería esperarse cuando se hacen anuncios ruidosos, los cambios que se introdujeron en el protocolo vigente en el país para donar sangre parecen -por lo pronto- solo levantar polvareda.
Se enfoca en «no discriminar» a la hora de seleccionar donantes, ni avanzar en rigurosos cuestionamientos técnicos que invaden la intimidad de las personas. Algo que desde hace años se venía denunciando y reclamando. De hecho, en provincias como Río Negro desde hace más de un año se aplican las principales modificaciones anunciadas ahora por el Ministerio de Salud de la Nación.
Sin embargo se trata de resoluciones (no de una ley) de las cuales muy poca información se ha brindado, no solo de antemano para el debate, sino también en forma posterior a sus principales hacedores: los profesionales de la sangre. Y esto amenaza traer polémica.
El malestar se hizo evidente entre los especialistas de la región y también en los del resto del país que, en forma paralela a los anuncios del gobierno nacional, debatían días atrás en el XV Congreso Argentino de Medicina Transfusional, en Buenos Aires.
Pablo Raña, presidente de la Asociación de Hematología y Hemoterapia de la Norpatagonia dejó entrever que la novedad les cayó a los especialistas como un baldazo de agua fría, y no dudó en afirmar que «la medida adoptada suena a demagógica y apresurada».
Nunca se los consultó sobre las modificaciones en el protocolo vigente, «todo se decidió en forma unilateral», indicaron. «Hoy por hoy es muy poca la información que tenemos y es un tema muy delicado porque el único objetivo nuestro es tener sangre segura, para no perjudicar a los pacientes y tampoco nosotros», indicó Raña. Es por eso que, según anticipó, cuando los integrantes se reúnan en la región se pondrán bajo la lupa los cambios introducidos por el Ministerio y no descartó posibles presentaciones legales.
Pero lejos de la polémica, está la otra realidad: la falta de donantes que deja al borde de la sequía a los bancos de sangre. Solo en Roca, tal como se informó, pasan semanas y semanas en que los donantes brillan por su ausencia.
«El mayor problema que tenemos actualmente, lo que nos preocupa, es la escasez de sangre», sostuvo un profesional del ámbito privado.
También en este aspecto, se juzgó como «un arma de doble filo» la nueva resolución ministerial que establece el fin a la exigencia por parte de los hospitales de reposición de sangre para acceder a un tratamiento quirúrgico.
Sobre esto, continuó Raña, «nosotros lo vemos como una limitante porque hoy por hoy la falta de donantes es uno de los mayores problemas que tenemos. Ni siquiera con esta obligatoriedad teníamos suficiente, así que ahora no sabemos qué va a pasar».
En Argentina se necesitan más de 4.000 transfusiones por día, según datos del programa nacional de sangre. La única forma de obtenerlas es la donación voluntaria ya que no existe ningún producto capaz de sustituir la sangre humana.
La Organización Panamericana de la Salud recomienda que el 5% de la población done sangre para que el sistema esté siempre abastecido.
Posturas diversas
El presidente de la Asociación Norpatagónica, se mostró cauto sobre los cambios anunciados pero indicó que no se aplicarán «hasta que sean informados en forma fehaciente» y «entren en vigencia».
Uno de los puntos que despierta mayor controversia es la pregunta puntual que se realiza a los donantes varones acerca de si han tenido sexo con otros hombres. Desde la Asociación se argumentó que «no se consulta sobre orientación sexual, ni es el fin discriminar» sino «preguntamos a los hombres si han tenido sexo con otros hombres. Puede ser una cuestión semántica pero creemos que quienes nos critican al respecto lo quieren generalizar para hacer ver como que estamos estigmatizando. Solamente estamos tratando de proteger a quienes recibirán esa sangre eliminando como donantes a personas que han tenido alguna conducta que puede incrementarles el riesgo de tener una infección que pueda transmitirse por la sangre», explicó el especialista, porque «estadísticamente el caso de hombres que tienen sexo con otro hombre tienen mayor incidencia de infecciones que el resto de la población», acotó.
«Con mayor tecnología, pero que implica un altísimo costo, quizá la situación fuera otra, pero hoy lo que nos preocupa es poner en riesgo a los pacientes, porque no es un derecho donar, sino el derecho es la sangre segura», consideró.
El mayor riesgo se da en aquellos donantes en los cuales estas infecciones están presentes en la sangre pero aún no se detectan en los estudios de laboratorio (el llamado período de ventana), advirtió.
«En nuestro medio no está generalizado el uso de técnicas de biología molecular para el screening de estas infecciones en banco de sangre. Estas son técnicas costosas y de difícil implementación técnica que seguirán sumando costo al gasto en salud. Muy pocos servicios están en condiciones de realizarla en nuestro país. A criterio de esta Asociación la medida adoptada suena a demagógica y apresurada por ese motivo».
Solo para analizar una bolsa de sangre -con los estudios de rigor- el costo oscila entre los «700 y 800 pesos». «Otro problema de todo esto es el económico porque nos incrementa el costo de las unidades de sangre», se advirtió.
Adriana Segura, titular del programa de sangre en el hospital de General Roca, sostuvo que en Río Negro se utiliza un cuestionario en el cual «se habla de situaciones de riesgo no hacemos discriminación a nadie con las preguntas, todo tiende a proteger a las personas que deben ser transfundidas, apelando a concientizar justamente sobre eso de que las personas que reciban la sangre deben recibir componentes que sabemos que no deben hacerle daño, tanto de transmitir enfermedades como así también de otro tipo como anticuerpos o reacciones que puede producir la sangre».
Pero más allá del cuestionario, a la sangre se la analiza para las siguientes determinaciones Chagas, hepatitis B, hepatitis C, Core (hepatitis B), HTLV I /II, HIV I/II, sífilis, brucelosis, y ag P24.
«Hay algunas de estas enfermedades que presentan periodos de ventanas largos como son las hepatitis que puede ser un año aproximadamente. ¿Qué significa esto? Que si un donante estuvo en contacto con el virus o alguna partícula de este virus, por más que nosotros hagamos las pruebas podría estar en un periodo de contagio y a nosotros las pruebas nos darían como si fuera negativo. Por eso es muy importante el cuestionario, y la conciencia de la persona cuando va a donar sangre». Todo esto se realiza en los estamentos públicos y privados, porque son estudios obligatorios por la Ley de Sangre (22.990).
¿Qué se modificó?
El Ministerio de Salud de la Nación dispuso tres resoluciones -1507, 1508 y 1509- vinculadas con la donación de sangre por las cuales se pone fin a la discriminación institucional hacia la comunidad LGTB (lesbianas, gays, transexuales y bisexuales), a la que se le impedía donar, y a la exigencia por parte de los hospitales de reposición de sangre a un paciente que necesite o no transfusiones. La última resolución incluye nuevo material de información para el donante, un nuevo cuestionario y la posibilidad de autoexclusión confidencial posdonación.
El titular de la cartera sanitaria nacional, Daniel Gollan, señaló que lo que se está haciendo está avalado científica y técnicamente y basado en un criterio sanitario que sustituye el viejo concepto de grupos de riesgo por la cuestión real de situaciones de riesgo incrementado, en alusión a las relaciones sexuales desprotegidas.
Según Gollan, se puede concluir que esta política no sólo es científicamente indubitable sino que, además, desde el punto de vista de género es un derecho más que debemos ampliar y reconocer para terminar con todo tipo de discriminación en nuestro país.
Los caminos de la sangre
La sangre que dona una persona nunca se transfunde directamente al paciente. Al donante se le extraen, además de la unidad (o bolsa) de sangre, pequeñas muestras. La bolsa ingresa al proceso de fraccionamiento (separación de glóbulos rojos, plaquetas y plasma) y los tubos, al proceso de calificación biológica. Luego se realizan los estudios inmunoserológicos, se detalla en el Plan Nacional de Sangre.
La unidad de sangre se separa en sus componentes útiles para ser transfundidos: glóbulos rojos, plaquetas y plasma. La separación se obtiene por centrifugación: una fuerza rotativa provoca la sedimentación de los sólidos o partículas de mayor densidad. Se produce entonces la separación en concentrado de glóbulos rojos, concentrado de plaquetas y plasma.
Los hemocomponentes quedan en estudio hasta que se completan las pruebas de serología y también inmunohematológicas (grupo factor rh, anticuerpos irregulares, etcétera). La sangre sólo va a ser apta para transfundir cuando todos los estudios realizados den negativo, explicó la titular del Servicio de Hemoterapia del hospital Francisco López Lima, donde se encuentra el banco regional de sangre.
Si alguna prueba resultara positiva, la sangre se descarta al igual que los hemocomponentes obtenidos, y se cita al donante para extraer una nueva muestra que confirme ese estudio anterior reactivo. Si nuevamente resulta reactivo, se deriva al donante con un médico especialista para su control y seguimiento. La sangre no se usa cuando tiene serología reactiva, ni en estudio ni aun en una emergencia.
La duración de los distintos hemocomponentes depende del descartable utilizado. «Nosotros usamos unas bolsas descartables que nos permiten almacenar los glóbulos rojos 42 días -indicó Segura-. El plasma fresco dura con los factores de coagulación durante un año y luego de este plazo pasa a ser plasma de banco».