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Relato de Patricia Méndez tras el asalto en barrio YPF

Encapuchados las sorprendieron en su casa. «No maten a mi perrito», imploraba la nena de seis.

Relato de Patricia Méndez tras el asalto en barrio YPFCATRIEL | El esposo había salido y olvidó poner llave al portón de ingreso. Eso facilitó el ingreso de los delincuentes al porche de la casa de la calle Felicidad casi Los Fresnos del barrio YPF de Catriel. La mujer creyó que quien golpeaba era su esposo que habría olvidado algo, por eso abrió sin preguntar. Entonces se topó con un encapuchado que la apuntó con un arma.

Eran las 20:30 del miércoles y comenzaba la pesadilla. En su desesperación, la mujer intentó cerrar la puerta mientras levantaba una rodilla para tratar de subirle al ladrón el arma que le apuntaba directo al cuerpo. Pero un furioso empujón la lanzó contra una columna y después al piso. En ese momento otro encapuchado –más bajo que el primero– apareció en escena.

Así lo revive Patricia Méndez, víctima del violento robo, quien terminó con una fractura en la cadera además de las marcas en muñecas y tobillos producto de las apretadas ataduras.

Testigo del traumático episodio fue su hija menor, de apenas 6 años. «No nos hagan nada, no maten a mi perro», imploraba la nena.

Mientras Patricia gritaba de dolor y les decía que no se podía mover, los delincuentes la arrastraron junto con su nena hacia una sala donde las pusieron boca abajo, las ataron y las cubrieron con una alfombra. Uno comenzó a revisar la casa y el otro fue directamente al dormitorio de la hija mayor, de 16, que «había quedado paralizada», contó. A empujones fue llevada junto a su madre y su hermana y corrió la misma suerte.

«Durante media hora escuchábamos cómo revolvían todo. Uno pedía ‘la plata, dame la plata’ y el otro gritaba ‘dónde tenés los dólares’. Pero no teníamos plata, no tenemos…», contó Patricia.

Sin encontrar lo que buscaban, se llevaron «una notebook, un celular y mi alianza», detalló.

Fue la más chiquita la que primero zafó de los alambres y desató a su mamá y a su hermana, que corrió al teléfono para llamar a su papá: «Estamos bien, nos asaltaron, no vengas todavía, vení con la policía, llamá a la ambulancia», le dijo, tratando de mantener la calma. Enseguida llegó el hombre con el personal de la Comisaría 9 y del hospital, y Patricia fue trasladada primero al nosocomio y luego a la clínica Juan Domingo Perón. «Ahí pudieron colocarme la cadera sin necesidad de operar, pero hasta las 11 de la noche fui un solo grito, no te puedo explicar el dolor», describió la mujer.

El bueno y el malo

Para la nena había «uno bueno y uno malo» entre los delincuentes. «El bueno era el que antes de atarla le dijo ‘no te preocupes, te voy a atar despacito’, mientras ella ponía las manos delante de la cara con los brazos extendidos. También le dijo que no le iba a hacer nada al perrito», recordó la mamá. Igual percepción tuvo la adolescente: «Uno era agresivo, el otro no», señaló.

El marido y padre de las víctimas cree que «se equivocaron de personas, porque venían seguros de encontrar algo que no tenemos». «Ya pasó una vez con un vecino que había hecho una transacción y robaron en la casa equivocada», recordó.

La investigación policial derivó en una serie de allanamientos que se realizaron ayer por orden de la fiscal adjunta Analía Díaz. Las primeras pistas las aportaron testigos circunstanciales que indicaron haber visto a dos personas sospechosas subiendo a un remís en la esquina de la casa.

 

Fuente: Agencia Catriel – Diario Río Negro

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