Especialistas opinan sobre los adolescentes que publican los videos.
Un grupo de adolescentes de Cipolletti fue filmado manteniendo relaciones sexuales durante una concurrida fiesta en la que corrió el alcohol a baldazos. El video se viraliza, es decir comienza a circular por WhatsApp, y la sociedad explota en opiniones, críticas y preguntas. No se sabe todavía si la chica en cuestión, alumna de un colegio religioso, permitió tal afirmación o si no estaba en sus cabales y alguien se aprovechó de su estado para prender la cámara y difundir el material. ¿Una travesura o un abuso?
La Justicia analizaba intervenir debido a que podría tratarse de un abuso y hasta de un atentado contra la intimidad. Pero el video, después de circular por todos lados y pasar las fronteras del Alto Valle (dicen que llegó a Buenos Aires y Córdoba), fue retirado de los sitios de internet, donde había sido publicado. En un mundo donde la tecnología y la comunicación siguen avanzando a pasos enormes y donde los adolescentes cruzaron todas las barreras de la inhibición, no debería asombrar que este tipo de hechos ocurran. De hecho, decenas de personajes de la farándula y el espectáculo estuvieron involucrados en episodios tan mediáticos como escandalosos. Sin embargo, cuando la intimidad se cruza con el riesgo del delito (en este caso porque se trata de una menor) la sociedad reacciona. ¿Es una moda? ¿Son ciclos de comportamiento? El debate está abierto.
OPINIóN Todo hay que hablarlo Héctor Sandoval. Sexólogo clínico La sexualidad es una construcción social que se define y existe dentro de un contexto cultural específico. La sociedad y la cultura moldean la manera en que los individuos aprenden y expresan su sexualidad, y dictan las normas y los tabúes relacionados con los roles de género y la conducta sexual.
Muchas personas creen que “la sexualidad” es sinónimo de relaciones sexuales o se refiere solo a los genitales. La sexualidad es un proceso dinámico y complejo que comienza cuando nacemos, se manifiesta de distintas maneras a lo largo de nuestra vida e involucra también nuestros sentimientos, emociones y el proceso de conformación de nuestra identidad. La sexualidad comprende pensamientos, deseos, fantasías, la intimidad, placer, erotismo, y además tiene que ver con la forma de vestirse, de moverse, de expresarse y de relacionarse con los demás. Es muy frecuente que los profesionales de educación o salud abordemos la temática luego de un acontecimiento no esperado. Es recomendable anticiparse e involucrarse en la salud sexual integral. Hay que reconocer que esta etapa de la vida en la cual el joven es en esencia rebelde pone a prueba todo lo aprendido desde el nacimiento. A ello se suma la presión de los pares “compañeros” y la necesidad imperiosa de tener un grupo de pertenencia, y el uso de alcohol y drogas que actúan como promotores de la desinhibición transitoria. Estos temas deben ser hablados. No debemos pasar por alto esta oportunidad, ser autocríticos y enseñar sobre sexo/sexualidad a nuestros jóvenes. El que tiene el atributo del “conocimiento” también tiene en su espalda la responsabilidad.
Adolescentes en la era de la fluidez y las redes sociales M. Victoria Leonfanti. Licenciada en Psicopedagogía No es novedad que la etapa de la adolescencia se caracteriza por crear formas de diferenciación del mundo infantil y adulto. Tampoco que la transgresión forma parte de este proceso.
Lo curioso de esta época, además de que el mercado es quien más impera y regula, es que vivimos en una sociedad “juvenilizada” y entonces, como plantea el sociólogo M. Urresti, les estamos haciendo muy difícil la tarea de transgresión a los adolescentes. La transgresión típica de tener sexo es promovida y legitimada por los adultos. Incluso, sin el ánimo de sostener ninguna relación. Por ello, para superar los parámetros adultos, vemos a los jóvenes asumiendo riesgos con su propio cuerpo, atentando contra su vida y la salud. Entonces, si combinamos esto con la confusión actual entre lo público y lo privado, la omnipotencia adolescente y la cultura de la imagen mediática, en la que “existís” si estás en la web y lográs ser “reconocido” por tus hazañas y osadías, la vulnerabilidad se incrementa y agudiza. Los adolescentes siempre se ocuparon de interpelar a los adultos. Por ello es imperioso que nos miremos y podamos asumir la tarea difícil pero necesaria de construir una relación de asimetría con ellos. Es decir, ofrecernos como un otro disponible, que ponga límites y regule, que oficie de mediador con la sociedad y la cultura. Habilitando espacios de protección, escucha y diálogo genuino, los convertimos en sujetos de la palabra, capaces de ensayar roles, construir una ilusión, un por-venir. Tal vez, como dice P. Zelmanovich, esto requiera que encontremos cómo y dónde sostenernos nosotros, entre adultos, en una suerte de “dependencia recíproca” que nos ampare frente a la inestabilidad del presente y nos ayude a asumir la responsabilidad que los adolescentes nos exigen desde su desamparo.
Jugada peligrosa
Silvia Salvarezza. Psicoanalista En esta era de la globalización informatizada, todo es posible. Los gadgets son imprescindibles, no pueden faltar: celus, tablets, nets, notes, compus, cámaras, y podemos seguir anotando. Todos ellos nos posibilitan estar comunicados y transmitir al planeta, en un instante, lo que nos acaba de ocurrir. Podemos obtener los datos que necesitamos con solo hacer clic. Sin olvidar que quizás un gran panóptico siempre está presente… aunque lo ignoremos. Entonces en más de una ocasión el uso abusivo de muchos de estos instrumentos comienza a sintomatizarse, casi subrepticiamente; y fue por medio de ellos que hace unos días un video nos muestra algo. Me pregunto: ¿Qué es “eso” distinto que muestra y sorprende? ¿Qué es lo que más preocupa de este episodio? ¿Qué se grabó, qué se filmó? ¿Quién grabó, quién filmó? ¿Qué molesta tanto? Porque muchas de las celebridades locales y extranjeras ya lo han hecho. ¿Que los propios compañeros “robaron” e hicieron propio lo que no era de ellos -y evidentemente deseaban aquello que no tendrían-? Y me respondo, que no es casual, que de lo que se trata aquí, es de la sexualidad del otro. La sexualidad del prójimo puesta en escena. El goce que se ve pareciera que se lo han “quitado” a los personajes. Todos tenemos derecho a salvaguardar nuestra intimidad, pero cabe interrogarse. ¿Qué ocurrió que “de repente”? ¿Qué aparece frente a la mirada de nuestro vecino, como un suceso público y de exhibicionismo? Tierras movedizas impiden dilucidar qué de lo privado se hizo público con el consentimiento de los partenaires. En este descuido, hay algo oscuro que se transparenta. Lo no calculado por todos, ese lapsus que como una “gracia” se hace circular, devela lo oculto y se convierte en tragedia. Los síntomas contemporáneos son correlativos a esta modernidad tardía. Fiestas “alternativas” hoy, alternativas también las de ayer y de toda índole. Nos toca en estos tiempos detectar qué objetos se implican en la subjetividad de cada uno y reflexionar sin escandalizarse y sin hacer moral que en todas las épocas, hacer público lo que es privado ha sido y es, una obscenidad.