Desde distintas localidades de la región se acercaron al santuario ubicado en los alrededores de Centenario para rendirle homenaje al más humilde de los santos populares argentinos.
CENTENARIO | Un joven con la bandera de Boca y otra del Gauchito Gil haciendo dedo en la ruta; caballos en la banquina, imitando el paso de una larga fila, y vecinos con botellas de agua que llegaron como pudieron a la procesión. Estas fueron algunas de las imágenes que se vieron en los festejos en homenaje a Antonio Mamerto Gil Núñez, el “Santo de los pobres”, en el santuario del acceso a Vista Alegre Sur, donde ayer asistieron unas 10 mil personas.
Muchos fueron a pedir por un familiar enfermo, otros por trabajo, pero la mayoría agradeció los “milagros cumplidos” que el mítico personaje correntino hizo con los devotos, cada vez más diversos en clase y composición social.
No faltó el chamamé, la música y el baile típico del litoral, que reúne a cientos de neuquinos que tienen raíces e incluso son nacidos en esa zona de la Argentina, donde la devoción por el Gauchito es moneda corriente desde hace varios años.
Más allá de su origen pagano, el lugar de encuentro en torno a lo espiritual es reconocido incluso por el padre de la parroquia Virgen de Luján de Centenario, Rubén Capitanio, quien en los sucesivos años ha “bendecido” la reunión familiar en torno al Gauchito.
Ayer, desde muy temprano, las familias de todas partes de la región desfilaron para prenderle una vela, ofrecer cigarrillos y yerba en el santuario ubicado en el límite entre Centenario y Vista Alegre, que se levantó hace unos quince años.
La mayoría, vecinos vestidos de gaucho, con tradiciones camperas y creencias muy fuertes en torno a lo religioso y lo divino. Pero por sobre todo, una devoción por lo “milagroso” de las obras del Gauchito, ancladas en una fe personal muy grande.
“Tomen, que hay para todos”, dijo uno de los asadores, que se encargó de hacer una vaca con cuero a la parrilla para compartir entre los presentes. Cada año un vecino agradecido dona una vaca para compartir con las más de cien personas que se acercan, más allá de que cada uno trae su propia comida.
Desde el año pasado, el lugar se convirtió en una oportunidad para muchos vecinos de vender sus productos relacionados con el Gauchito o para instalar los puestos de comidas rápidas y las tiendas multirubro.
Esta vez, el clima fue de fiesta y ayer el baile popular se compartió hasta el atardecer, momento en que los devotos empezaron a retirarse con la esperanza de volver dentro de un año con más promesas cumplidas.